A sus 25 años, Valentina Valencia, de Cali (Colombia), ha tenido la oportunidad de trabajar; por un lado, en una compañía fintech en la que hizo parte del equipo que administró una deuda de US$30 millones y por el otro, en la firma que otorgó ese préstamo. Así es como ha conocido dos lados del espinoso universo de la deuda estructurada, que consiste en créditos institucionales al que acceden compañías.
“La deuda estructurada es demasiada compleja pocas personas la entienden”, dice Valencia en una entrevista con Forbes. “La operación es tan compleja que es un proceso ineficiente para las partes, que reciben documentos de Excel, que se comunican por correo a muchas personas y que entran en una fila de aprobaciones. Lo que sigue es un proceso ineficiente para todos”.
Es así como meses atrás decidió saltar a fundar Vaas, una plataforma que pretende automatizar fases de ese proceso de gestión de deudas estructuradas en empresas, principalmente compañías fintech que acceden a créditos de millones de dólares.
El producto lo están usando dos clientes y 32 personas hacen parte del equipo, que principalmente desarrollan tecnología luego de leer contratos, tratando de automatizar la gestión.
Para iniciar, Vaas recaudó una ronda de inversión semilla de US$5 millones, liderada por las firmas Andreessen Horowitz (a16z) de Silicon Valley, Nazca de México, Maya Capital de Brazil y Latitud, que es regional. Se sumaron también la firma Marathon Ventures y como ángeles inversionistas Sebastián Mejía, cofundador de Rappi y Brynne McNulty Rojas, cofundadora de Habi.
“Desde el inicio fuimos conscientes de que estabamos en un ambiente diferente, tenemos que estar muy seguros de que cada dólar que gastemos tiene su reactor, desde principios hemos sido súper reactivos”, sostiene Valentina, fundadora y CEO de Vaas. “Lo más grande para nosotros será que el ecosistema que opera con deuda privada y estructurada pueda pasar al siguiente estado para desbloquear que muchas cosas puedan funcionar”.
En el equipo tiene exempleados de Globant, Mercado Libre y Rappi. Uno de los mayores retos que tienen es abordar dos riesgos: la ciberseguridad, por la sensibilidad de la información que manejan y la precisión de los cálculos, por lo que para ambos factores, dicen, han agregado procesos de cumplimiento.
“Vaas está creando un software crítico para impulsar un mercado de deuda privada más eficiente en América Latina”, comentó a Forbes David Haber, socio general en Andreessen Horowitz. “Estamos entusiasmados de asociarnos con Valentina y su equipo para ayudar a brindar soluciones innovadoras de mercados de capital a una nueva generación de empresarios y prestamistas en toda América Latina”.
La plataforma toma los documentos con los que se negociaron la deuda y resalta lo que importa para ser operado, incluyendo los procesos de las Fintech y de las fiduciarias. En el procedimiento, comparan los documentos en Excel para definir si cumple o no cumple lo que se fijó en el contrato.
“Los emisores de crédito deben diversificar el riesgo, nosotros hacemos una verificación de que estén diversificando ese riesgo”, concreta Valencia. “Pocas empresas acceden a estos créditos porque es complejo, queremos hacerlo liviano para que los procesos sean eficientes y transparentes para todas las fases y así sentar una base de cómo va a operar la deuda en los próximos años”.
A sus 25 años, Valentina Valencia, de Cali (Colombia), ha tenido la oportunidad de trabajar; por un lado, en una compañía fintech en la que hizo parte del equipo que administró una deuda de US$30 millones y por el otro, en la firma que otorgó ese préstamo. Así es como ha conocido dos lados del espinoso universo de la deuda estructurada, que consiste en créditos institucionales al que acceden compañías.
“La deuda estructurada es demasiada compleja pocas personas la entienden”, dice Valencia en una entrevista con Forbes. “La operación es tan compleja que es un proceso ineficiente para las partes, que reciben documentos de Excel, que se comunican por correo a muchas personas y que entran en una fila de aprobaciones. Lo que sigue es un proceso ineficiente para todos”.
Es así como meses atrás decidió saltar a fundar Vaas, una plataforma que pretende automatizar fases de ese proceso de gestión de deudas estructuradas en empresas, principalmente compañías fintech que acceden a créditos de millones de dólares.
El producto lo están usando dos clientes y 32 personas hacen parte del equipo, que principalmente desarrollan tecnología luego de leer contratos, tratando de automatizar la gestión.
Para iniciar, Vaas recaudó una ronda de inversión semilla de US$5 millones, liderada por las firmas Andreessen Horowitz (a16z) de Silicon Valley, Nazca de México, Maya Capital de Brazil y Latitud, que es regional. Se sumaron también la firma Marathon Ventures y como ángeles inversionistas Sebastián Mejía, cofundador de Rappi y Brynne McNulty Rojas, cofundadora de Habi.
“Desde el inicio fuimos conscientes de que estabamos en un ambiente diferente, tenemos que estar muy seguros de que cada dólar que gastemos tiene su reactor, desde principios hemos sido súper reactivos”, sostiene Valentina, fundadora y CEO de Vaas. “Lo más grande para nosotros será que el ecosistema que opera con deuda privada y estructurada pueda pasar al siguiente estado para desbloquear que muchas cosas puedan funcionar”.
En el equipo tiene exempleados de Globant, Mercado Libre y Rappi. Uno de los mayores retos que tienen es abordar dos riesgos: la ciberseguridad, por la sensibilidad de la información que manejan y la precisión de los cálculos, por lo que para ambos factores, dicen, han agregado procesos de cumplimiento.
“Vaas está creando un software crítico para impulsar un mercado de deuda privada más eficiente en América Latina”, comentó a Forbes David Haber, socio general en Andreessen Horowitz. “Estamos entusiasmados de asociarnos con Valentina y su equipo para ayudar a brindar soluciones innovadoras de mercados de capital a una nueva generación de empresarios y prestamistas en toda América Latina”.
La plataforma toma los documentos con los que se negociaron la deuda y resalta lo que importa para ser operado, incluyendo los procesos de las Fintech y de las fiduciarias. En el procedimiento, comparan los documentos en Excel para definir si cumple o no cumple lo que se fijó en el contrato.
“Los emisores de crédito deben diversificar el riesgo, nosotros hacemos una verificación de que estén diversificando ese riesgo”, concreta Valencia. “Pocas empresas acceden a estos créditos porque es complejo, queremos hacerlo liviano para que los procesos sean eficientes y transparentes para todas las fases y así sentar una base de cómo va a operar la deuda en los próximos años”.