¿Necesitamos escenas como las de los Cajeros del Exterminio para darnos cuenta del enorme costo social que implica una mala organización del sistema de pagos? Hoy Argentina tiene condiciones, como pocos países en la región, para dar el salto a una circulación completamente digital del dinero. Ocurre en países muy diferentes entre sí y no está vinculado al nivel de desarrollo o a la cultura: el dinero en Suecia y en China es casi completamente digital, y en Alemania o Japón no lo es.
Las ventajas son enormes. El reemplazo del efectivo por dinero digital contribuye a la seguridad ciudadana, reduce costos económicos y ecológicos de la fabricación y transporte del cash, ayuda a la inclusión financiera más profunda (si se usa el celular para pagos, junto a ellos vienen el ahorro y el crédito), mejora la situación de género (ese marido prepotente no te puede sacar tu plata si está en el celular) y ahorra tiempo. Ahora también impide el contagio del virus en las filas de cajeros y a través del papel moneda.
Argentina está en condiciones ideales para una transición rápida por varios motivos: el uso de smartphones, la proporción de adultos con cuentas (tradicionales, sociales o en "fintechs") y la cobertura poblacional de 4G superan el 90%. En los últimos años la industria de pagos tuvo un florecimiento, en parte un fenómeno mundial bien aprovechado por el talento innovador argentino y en parte uno regulatorio. Por poner sólo un ejemplo: Argentina es el único país del mundo en el que todas esas cuentas, bancarias o no, pueden transferirse dinero entre sí de manera instantánea y a través de un sistema único y simple de alias.
La base está, y está como en pocos otros países de la región. Todo depende ahora de la voluntad. Hay tres prioridades para lograr una digitalización al 100%, que con voluntad podría ocurrir en no más de 3 meses:
Usabilidad. "Para hacer una transferencia busque su token en...". (Emoji de "El Grito" de Munch). Instalar una aplicación bancaria en un celular puede requerir un total de hasta 6 (seis) claves. Basta. Tanto en los nuevos bancos digitales como en las cuentas de pago de fintechs (MercadoPago, Ualá) toda la interacción es digital en el celular. No es casualidad: sin clientes cautivos, tuvieron que hacerse amigables para competir. Banco Nación tiene lista desde fines de 2019 una app, BNASimple, con todas esas características e incluyendo la posibilidad de pagar con código QR. "Pero los abuelitos no pueden". No sé si son abuelitos, pero anticuados no son: se la pasan mandando memes por Whatsapp.
Masificación de códigos QR. Que cualquier aplicación de pago pueda pagarle a cualquier código QR es fundamental para que el sistema de pago en vivo con el celular (más barato, más limpio, más instantáneo que el cash o la tarjeta) sea masivo y competitivo. Puede lograrse en poco tiempo con una regulación del BCRA que fuerce esa interoperabilidad y al mismo tiempo preserve los incentivos de las apps pagadoras y de quienes proveen a los comercios los códigos QR. Mientras, para arrancar: ¿por qué no repartimos los $10.000 de ayuda via aplicaciones con código QR? En 5 minutos todos los comercios del país se abalanzarían sobre esos 100.000 millones de pesos aceptando cobrar de ese modo.
Impuestos. Eliminemos, ya, todas las retenciones impositivas por pago electrónico en vivo, al menos para los comercios que facturen menos de un cierto monto. Pensar que eso tiene un costo fiscal es no entender el problema. El que recibe un pago digital porque no tiene retenciones tiene más chances de pagarle a su proveedor digitalmente: la torta se agranda. En todo caso, tiene más sentido cobrar por el uso de efectivo. Por lo pronto, a empresas que retiran cash (¿para qué, que no incluya negrear?). Incluso: dar un subsidio al uso de tarjeta a un planista social equivale a algo que creo más eficiente: aumentarle el plan social y ponerle un cargo al retiro de cash. Las zanahorias son ricas, pero con palos funcionan mejor.
¿Necesitamos escenas como las de los Cajeros del Exterminio para darnos cuenta del enorme costo social que implica una mala organización del sistema de pagos? Hoy Argentina tiene condiciones, como pocos países en la región, para dar el salto a una circulación completamente digital del dinero. Ocurre en países muy diferentes entre sí y no está vinculado al nivel de desarrollo o a la cultura: el dinero en Suecia y en China es casi completamente digital, y en Alemania o Japón no lo es.
Las ventajas son enormes. El reemplazo del efectivo por dinero digital contribuye a la seguridad ciudadana, reduce costos económicos y ecológicos de la fabricación y transporte del cash, ayuda a la inclusión financiera más profunda (si se usa el celular para pagos, junto a ellos vienen el ahorro y el crédito), mejora la situación de género (ese marido prepotente no te puede sacar tu plata si está en el celular) y ahorra tiempo. Ahora también impide el contagio del virus en las filas de cajeros y a través del papel moneda.
Argentina está en condiciones ideales para una transición rápida por varios motivos: el uso de smartphones, la proporción de adultos con cuentas (tradicionales, sociales o en "fintechs") y la cobertura poblacional de 4G superan el 90%. En los últimos años la industria de pagos tuvo un florecimiento, en parte un fenómeno mundial bien aprovechado por el talento innovador argentino y en parte uno regulatorio. Por poner sólo un ejemplo: Argentina es el único país del mundo en el que todas esas cuentas, bancarias o no, pueden transferirse dinero entre sí de manera instantánea y a través de un sistema único y simple de alias.
La base está, y está como en pocos otros países de la región. Todo depende ahora de la voluntad. Hay tres prioridades para lograr una digitalización al 100%, que con voluntad podría ocurrir en no más de 3 meses:
Usabilidad. "Para hacer una transferencia busque su token en...". (Emoji de "El Grito" de Munch). Instalar una aplicación bancaria en un celular puede requerir un total de hasta 6 (seis) claves. Basta. Tanto en los nuevos bancos digitales como en las cuentas de pago de fintechs (MercadoPago, Ualá) toda la interacción es digital en el celular. No es casualidad: sin clientes cautivos, tuvieron que hacerse amigables para competir. Banco Nación tiene lista desde fines de 2019 una app, BNASimple, con todas esas características e incluyendo la posibilidad de pagar con código QR. "Pero los abuelitos no pueden". No sé si son abuelitos, pero anticuados no son: se la pasan mandando memes por Whatsapp.
Masificación de códigos QR. Que cualquier aplicación de pago pueda pagarle a cualquier código QR es fundamental para que el sistema de pago en vivo con el celular (más barato, más limpio, más instantáneo que el cash o la tarjeta) sea masivo y competitivo. Puede lograrse en poco tiempo con una regulación del BCRA que fuerce esa interoperabilidad y al mismo tiempo preserve los incentivos de las apps pagadoras y de quienes proveen a los comercios los códigos QR. Mientras, para arrancar: ¿por qué no repartimos los $10.000 de ayuda via aplicaciones con código QR? En 5 minutos todos los comercios del país se abalanzarían sobre esos 100.000 millones de pesos aceptando cobrar de ese modo.
Impuestos. Eliminemos, ya, todas las retenciones impositivas por pago electrónico en vivo, al menos para los comercios que facturen menos de un cierto monto. Pensar que eso tiene un costo fiscal es no entender el problema. El que recibe un pago digital porque no tiene retenciones tiene más chances de pagarle a su proveedor digitalmente: la torta se agranda. En todo caso, tiene más sentido cobrar por el uso de efectivo. Por lo pronto, a empresas que retiran cash (¿para qué, que no incluya negrear?). Incluso: dar un subsidio al uso de tarjeta a un planista social equivale a algo que creo más eficiente: aumentarle el plan social y ponerle un cargo al retiro de cash. Las zanahorias son ricas, pero con palos funcionan mejor.