Empoderar a personas de clase media para que, desde una plataforma, sean consejeros financieros y entreguen créditos a su comunidad. Esa es la misión de Aflore, la fintech creada en Bogotá, que acaba de cerrar una ronda de inversión de US$6,6 millones en una ronda convertible pre-serie B para fortalecer sus capacidades de financiamiento.
Esta ronda de inversión ha sido liderada por Women’s World Banking Capital Partners II, con la participación de Amador Holdings, Unreasonable Capital y otros accionistas existentes, incluyendo a Polymath Ventures, la fábrica de empresas emergentes que lanzó la esta fintech en 2014.
Estos fondos se adhieren a los US$10 millones en deuda que obtuvieron de Accial Capital a mediados del año pasado con el propósito de llevar sus productos financieros a no bancarizados.
“Estábamos buscando ambas cosas, tanto el crédito como la inversión”, le cuenta a Forbes Ana Barrera, cofundadora y CEO Aflore. “Nos servirá para apalancar el crecimiento, con fondeo para los créditos y para nosotros poder crecer el equipo de producto y tecnología”.
Cualquier persona que maneje bien sus finanzas, puede convertirse en consejero comunitario de Aflore para asesorar personas cercanas y de su comunidad, entregando créditos. De las 23.000 personas que se han apropiado de esta figura, el 76% son mujeres que han evolucionado al concepto de ‘banqueras comunitarias’.
Barrera, que cofundó la compañía junto a Manuel Jimenez, describe que esta fintech entra a llenar un vacío de “lo que existe en la mitad del sándwich entre los más ricos y los pobres, a quienes no llegan los subsidios”.
Aunque en los primeros cuatro meses de la pandemita tuvieron que suspender la originación de crédito, en los últimos seis meses han crecido por encima del 30%, en parte porque además de créditos, han hecho una alianza con lainsurtech R5 para que desde la plataforma, los consejeros comunitarios puedan ofrecer también Soat.
“Muchas personas usaron créditos y sus ahorros para comprar motos o carros, porque querían tener el mayor distanciamiento social posible al evitar el transporte masivo”, explica Barrera.
En sus siete años de operaciones, Aflore dice haber desembolsado US$17M en productos financieros desatendidos por los bancos a través de los consejeros comunitarios que usan su plataforma, que permite hacer seguimiento sobre el comportamiento financiero de los clientes para identificar tendencias, riesgos y oportunidades. Esto en América Latina, una región en la que el 70% de la población está sub-bancarizada o desbancarizada, según una estimación de la firma McKinsey.
En contraparte, la oportunidad de Aflore está en que para 2022, el 90% de las conexiones de internet en la región se estarían haciendo desde teléfonos inteligentes y que la clase media y la clase media emergente, según el Banco Mundial, acapara el 70% de la distribución de los ingresos.
Empoderar a personas de clase media para que, desde una plataforma, sean consejeros financieros y entreguen créditos a su comunidad. Esa es la misión de Aflore, la fintech creada en Bogotá, que acaba de cerrar una ronda de inversión de US$6,6 millones en una ronda convertible pre-serie B para fortalecer sus capacidades de financiamiento.
Esta ronda de inversión ha sido liderada por Women’s World Banking Capital Partners II, con la participación de Amador Holdings, Unreasonable Capital y otros accionistas existentes, incluyendo a Polymath Ventures, la fábrica de empresas emergentes que lanzó la esta fintech en 2014.
Estos fondos se adhieren a los US$10 millones en deuda que obtuvieron de Accial Capital a mediados del año pasado con el propósito de llevar sus productos financieros a no bancarizados.
“Estábamos buscando ambas cosas, tanto el crédito como la inversión”, le cuenta a Forbes Ana Barrera, cofundadora y CEO Aflore. “Nos servirá para apalancar el crecimiento, con fondeo para los créditos y para nosotros poder crecer el equipo de producto y tecnología”.
Cualquier persona que maneje bien sus finanzas, puede convertirse en consejero comunitario de Aflore para asesorar personas cercanas y de su comunidad, entregando créditos. De las 23.000 personas que se han apropiado de esta figura, el 76% son mujeres que han evolucionado al concepto de ‘banqueras comunitarias’.
Barrera, que cofundó la compañía junto a Manuel Jimenez, describe que esta fintech entra a llenar un vacío de “lo que existe en la mitad del sándwich entre los más ricos y los pobres, a quienes no llegan los subsidios”.
Aunque en los primeros cuatro meses de la pandemita tuvieron que suspender la originación de crédito, en los últimos seis meses han crecido por encima del 30%, en parte porque además de créditos, han hecho una alianza con lainsurtech R5 para que desde la plataforma, los consejeros comunitarios puedan ofrecer también Soat.
“Muchas personas usaron créditos y sus ahorros para comprar motos o carros, porque querían tener el mayor distanciamiento social posible al evitar el transporte masivo”, explica Barrera.
En sus siete años de operaciones, Aflore dice haber desembolsado US$17M en productos financieros desatendidos por los bancos a través de los consejeros comunitarios que usan su plataforma, que permite hacer seguimiento sobre el comportamiento financiero de los clientes para identificar tendencias, riesgos y oportunidades. Esto en América Latina, una región en la que el 70% de la población está sub-bancarizada o desbancarizada, según una estimación de la firma McKinsey.
En contraparte, la oportunidad de Aflore está en que para 2022, el 90% de las conexiones de internet en la región se estarían haciendo desde teléfonos inteligentes y que la clase media y la clase media emergente, según el Banco Mundial, acapara el 70% de la distribución de los ingresos.