A principios de 2022 nació Shinkansen, una fintech de pagos fundada por Leo Soto, Ubaldo Taladriz y Francisco Larraín. Su lema, “automatizar hasta que duela”, alude a la finalidad de su proyecto, que contó con inversiones del family ofice de Patricia Matte, Olivo Capital, el fondo de venture capital Fen Ventures, Platanus Ventures, la fintech chilena Fintual y Daniel Undurraga, cofundador de Cornershop, entre otros.
Ocho meses después levantaron US$ 1 millón con los fundadores de Xepelin, el fondo azteca 0BS, entre otros. Casi un año y medio tras la fundación, acaban de cerrar una ronda de US$ 3 millones liderada por ALLVP y con la participación de Chile Ventures y Salkantay Ventures.
Hoy tienen clientes en Chile como Buk o Buda, una administradora de fondos y una aseguradora y además cuentan con una alianza con el Banco Bice. Permiten tener pagos entre empresas y a proveedores 100% digitales. También, están integrados a un banco colombiano y uno mexicano.
A finales del año pasado, en un viaje a México para conocer entidades financieras, le escribieron al socio del fondo mexicano ALLVP, uno de los más importantes de Latinoamérica, Federico Antoni, para juntarse. Desde hace un tiempo ya hablaban con su entonces socia, la chilena Antonia Rojas.
Al llegar, “me di cuenta de que Jimena era la misma que estaba ahí en la presentación a 0BS, quien hace un tiempo nos había bombardeado de preguntas. Se sabía de memoria nuestro pitch”, dice entre risas Soto. Esto fue en octubre de 2022.
Se inició una relación: los socios de ALLVP los ayudaron con contactos de bancos y cada cierto tiempo les preguntaban cómo iba el negocio. “Nuestra tesis era seguir creciendo y cuando tuviéramos más tracción, levantar capital”, dicen los fundadores. Sin embargo, dicha firma mexicana se anticipó a sus planes. En abril de este año se juntaron y les dijeron: “Queremos invertir”.
Trabajaron en el modelo financiero, hicieron el due diligence correspondiente y los mexicanos pidieron una reunión presencial en Chile el 1 de mayo. A las 11 de la mañana de ese día, en las oficinas de la aceleradora chilena Platanus Ventures, se reunió el equipo de Shinkansen con los socios de ALLVP, Jimena y Federico, para llegar a un acuerdo. Fue lo primero que hicieron apenas se bajaron del avión, lo que para los fundadores de Shinkansen demostraba el interés para que el negocio se lleve a cabo.
Estuvieron de 11:00 a 17:00 analizando los detalles. “Se sorprendieron de lo que habíamos logrado, sin fraudes en nuestras operaciones, 100% automatizados y con crecimiento exponencial con tan poca gente”, dicen. Decidieron levantar la sesión y comer algo juntos.
Los chilenos propusieron ir al restaurante de parrilla japonesa Dondoh, en Vitacura. La elección no fue al azar: el nombre con el que ellos bautizaron la startup, Shinkansen, se la dieron en honor al tren bala, también nipón. Llegaron a un acuerdo. Sin embargo, pidieron espacio para sumar a otros inversionistas estratégicos en la ronda. Hace pocas semanas terminaron el levantamiento de capital.
A principios de 2022 nació Shinkansen, una fintech de pagos fundada por Leo Soto, Ubaldo Taladriz y Francisco Larraín. Su lema, “automatizar hasta que duela”, alude a la finalidad de su proyecto, que contó con inversiones del family ofice de Patricia Matte, Olivo Capital, el fondo de venture capital Fen Ventures, Platanus Ventures, la fintech chilena Fintual y Daniel Undurraga, cofundador de Cornershop, entre otros.
Ocho meses después levantaron US$ 1 millón con los fundadores de Xepelin, el fondo azteca 0BS, entre otros. Casi un año y medio tras la fundación, acaban de cerrar una ronda de US$ 3 millones liderada por ALLVP y con la participación de Chile Ventures y Salkantay Ventures.
Hoy tienen clientes en Chile como Buk o Buda, una administradora de fondos y una aseguradora y además cuentan con una alianza con el Banco Bice. Permiten tener pagos entre empresas y a proveedores 100% digitales. También, están integrados a un banco colombiano y uno mexicano.
A finales del año pasado, en un viaje a México para conocer entidades financieras, le escribieron al socio del fondo mexicano ALLVP, uno de los más importantes de Latinoamérica, Federico Antoni, para juntarse. Desde hace un tiempo ya hablaban con su entonces socia, la chilena Antonia Rojas.
Al llegar, “me di cuenta de que Jimena era la misma que estaba ahí en la presentación a 0BS, quien hace un tiempo nos había bombardeado de preguntas. Se sabía de memoria nuestro pitch”, dice entre risas Soto. Esto fue en octubre de 2022.
Se inició una relación: los socios de ALLVP los ayudaron con contactos de bancos y cada cierto tiempo les preguntaban cómo iba el negocio. “Nuestra tesis era seguir creciendo y cuando tuviéramos más tracción, levantar capital”, dicen los fundadores. Sin embargo, dicha firma mexicana se anticipó a sus planes. En abril de este año se juntaron y les dijeron: “Queremos invertir”.
Trabajaron en el modelo financiero, hicieron el due diligence correspondiente y los mexicanos pidieron una reunión presencial en Chile el 1 de mayo. A las 11 de la mañana de ese día, en las oficinas de la aceleradora chilena Platanus Ventures, se reunió el equipo de Shinkansen con los socios de ALLVP, Jimena y Federico, para llegar a un acuerdo. Fue lo primero que hicieron apenas se bajaron del avión, lo que para los fundadores de Shinkansen demostraba el interés para que el negocio se lleve a cabo.
Estuvieron de 11:00 a 17:00 analizando los detalles. “Se sorprendieron de lo que habíamos logrado, sin fraudes en nuestras operaciones, 100% automatizados y con crecimiento exponencial con tan poca gente”, dicen. Decidieron levantar la sesión y comer algo juntos.
Los chilenos propusieron ir al restaurante de parrilla japonesa Dondoh, en Vitacura. La elección no fue al azar: el nombre con el que ellos bautizaron la startup, Shinkansen, se la dieron en honor al tren bala, también nipón. Llegaron a un acuerdo. Sin embargo, pidieron espacio para sumar a otros inversionistas estratégicos en la ronda. Hace pocas semanas terminaron el levantamiento de capital.