Las fintech (plataformas financieras digitales) son uno de los grandes fenómenos de los últimos años y traen consigo un aumento de la participación de mujeres. Por ejemplo, en España, un 57% de los empleados de firmas fintech e insurtech (seguros) son mujeres, según un informe que presentó en 2019 la Asociación Española de Fintech e Insurtech.
Si bien en Uruguay no hay datos actuales, un estudio de la Organización Finnovista, indicaba que en 2018 un alto porcentaje de las fintech en Uruguay fueron creadas o cocreadas por mujeres.
Y aunque algunas empresas cerraron, Uruguay aparece como referente. A tal punto que en Montevideo nació la Red Iberoamericana de Mujeres en Fintech, presentada en Madrid el 5 de febrero.
El Empresario consultó a seis mujeres que crearon o cocrearon una fintech sobre su visión del papel femenino en el sector además de cómo fue su ruta emprendedora, qué aprendieron de sus aciertos y, sobre todo, de sus fracasos.
XIMENA ALEMÁN
Prometeo
«En fintech no conozco muchas mujeres que vengan del sector tecnológico», resumió la cofundadora de la plataforma de open banking. Por ello, la emprendedora -que viene del ámbito de la comunicación- asegura que su gran acierto fue la elección del equipo de socios. «Siempre sentí que tuve un lugar de paridad y confianza, que puede ser difícil de lograr en fintech, un sector muy masculino porque reúne a la industria tecnológica con la financiera». Otro acierto fue apuntar a «un sector en constante crecimiento». «Primero, con una billetera electrónica, luego con Ábaco (educación financiera) hasta que llegó Prometeo, plataforma con presencia en México, Colombia, Panamá, Perú y Uruguay». De hecho, apostar al mercado de América Latina fue el punto de inflexión en la empresa. «Fue clave para crecer, aprendimos que a veces cuando te dicen que no, no es que el producto esté mal sino que no estás en el mercado adecuado», reconoció. Entre los errores destacó «perseverar», que «puede ser bueno» pero «puede llevar a insistir en cosas que no funcionan». Además, aconsejó separar el proyecto de la persona: «Si te enamorás de la idea y si recibís un feedback negativo es difícil despersonalizarlo».
MÓNICA MESORIO
MiCheque
En 2014 se recibió de contadora y desde entonces hasta 2016 sus experiencias fueron en estudios contables (es socia de uno). Además, hizo un posgrado en Impuestos. En 2016, su hermano trajo la idea del proyecto del exterior y le sedujo la idea de emprender. Por unos meses siguió con ambos trabajos hasta que en septiembre de 2016 se dedicó 100% a MiFinanzas. «Al inicio me costó un poco entender el cambio tecnológico. Para mí un proceso se hacía de una sola manera, pero en esto todo es muy dinámico, hay que estar abierto a recibir los cambios para mejorar y no quedar abrumados. Además, una fintech es todo cambio y yo soy muy de estudiar todo antes de hacer, pero en fintech hay que dar un paso, ver qué pasa y acomodar el modelo», reflexionó. Asegura que en ese camino de entender la realidad fue muy importante «la compatibilidad con los socios». «Acá todos nos escuchamos, nos complementamos muy bien con las personalidades que tenemos, no hay diferencias por género», asegura. También rescata de emprender el estar en contacto con clientes, porque le permitió ver de primera mano situaciones de empresas, conocer a los clientes «como son».
CONSTANZA BOIX
NudaProp
Es ingeniera química con mucha experiencia en logística y está al frente de la plataforma de inversión en propiedades NudaProp, una de sus tantas ideas de una lista de emprendimientos. Su acercamiento a la tecnología empezó con el diseño de un software de gestión de compras en la curtiembre donde trabajaba. De NudaProp, además de emprender y aprender sobre inversiones, le atrajo el impacto social del proyecto en personas mayores. De hecho, reveló que ser mujer fue «una ventaja» porque «se nos asocia con el cuidado de las personas y es un buen comienzo para construir la confianza». Boix dijo que entre sus aciertos estuvo «tender la mayor cantidad de redes posibles». «Fue fortalecedor. Hay que hacer networking, compartir con emprendedores. Antes había menos lugares para hacer sinergia entre mujeres, ahora cada vez hay más», indicó. Entre las dificultades que encontró, destacó el armado del equipo. «Al principio quería que fuera 100% familiar, quise sumar a mis hermanos. Me acompañaron en el inicio y luego se sumó mi actual socia, Valeria Delfino, con la que hicimos un muy buen equipo. También contamos con otros profesionales para dar un servicio integral».
TATIANA POMAR
HiSofi
Su perfil es de desarrollo de mercados financieros en grandes corporaciones de Brasil y EE.UU., pero cuando a sus 48 años su vida personal la trajo a Uruguay en 2017, decidió emprender, porque encontró un «buen entorno» para desarrollar una plataforma digital para deudores de créditos, proyecto que había presentado en su MBA en 2011. «Era el escenario ideal para poner en práctica un proyecto soñado: transformar la recuperación de créditos vencidos en una solución digital para ayudar a deudores a conectarse con acreedores. Busqué el equipo, la financiación y en 2019 comenzó a funcionar», recordó. Asegura que apostó por emprender porque es un «desafío diario» y que en el sector corporativo estaba en una «zona de confort» y había «llegado al techo». «Mi mejor decisión fue dejar la empresa. Acá vivo para aprender a superarme todos los días, es difícil pero tiene recompensa: lograr objetivos». En el camino se topó con dos dificultades, entrar al mundo «cerrado» de la cobranza, algo que para «una persona outsider como yo fue difícil» y conquistar el primer cliente. «Primero, por ser mujer y segundo, de Brasil. Es casi una lucha diaria probar que el proyecto está bien», finalizó.
CLAUDIA FERNÁNDEZ
Manentia
A diferencia de las demás entrevistadas, Fernández tiene una larga trayectoria en el ámbito tecnológico con foco en banca. Trabajó en el Banco Comercial en el área de banca digital, luego en la empresa de software bancario De Larrobla como programadora, hasta que en 2003, junto a otros profesionales vinculados a este sector, emprendieron en una fábrica de software para banca digital: Manentia. Su primer producto de seguridad bancaria llegó en 2003 como respuesta a que la «evolución tecnológica en la banca tradicional «estaba estancada». Luego, su empresa fue adquirida por la argentina Technisys donde hoy se sigue desarrollando el producto. Fernández reconoce que su mayor acierto fue «hacer foco en el talento». «Los socios son brillantes, con hambre de conocimiento y desde el inicio apostamos a una muy buena gestión para retenerlos». También reconoce que en el debe quedó poner más esfuerzo y foco en el negocio. «Es muy típico en el emprendedor uruguayo que se cuide más el producto que el negocio. Podría haber crecido más rápido», argumentó. Finalmente, alertó que faltan referentes femeninos en el sector y recordó que en su empresa «querían más mujeres pero nunca pudimos pasar más de 30% porque no se presentaban».
SABRINA GANCMAN
Inversionate
Trabajaba como contadora en una empresa administradora de crédito tradicional en Maldonado cuando en 2015 decidió emprender para dedicarle más tiempo a su hija de dos años. En un ciclo de talleres del CIE (ORT) conoció a quienes luego serían sus socios. Buscaban emprender en préstamos P2P y vio la oportunidad de hacer algo que «le divertía», pero le parecía difícil «porque no sabía de tecnología». Inversionate operó en 2017 y a fines de 2018, por la regulación del BCU, cerró. En ese corto camino tuvo que aprender a «traducir» lo que ocurría en la parte tradicional del sector de préstamos a un lenguaje tecnológico para que los desarrolladores «hicieran su parte». Según reflexionó, de las decisiones que tomó no volvería a «dejar el trabajo anterior y confiar que en un año podría vivir de lo que estaba emprendiendo», además de no empezar dos emprendimientos a la vez (también posee Finanzas 365, plataforma de reportes de gestión para empresas). Asegura que se aprende mucho de emprender, por ejemplo, a preguntar y revela que le ayudó a perder el miedo, a decir «no sé, lo investigo». Además, aconsejó «tener un equipo de personas con los conocimientos que vos no tenés».
Las fintech (plataformas financieras digitales) son uno de los grandes fenómenos de los últimos años y traen consigo un aumento de la participación de mujeres. Por ejemplo, en España, un 57% de los empleados de firmas fintech e insurtech (seguros) son mujeres, según un informe que presentó en 2019 la Asociación Española de Fintech e Insurtech.
Si bien en Uruguay no hay datos actuales, un estudio de la Organización Finnovista, indicaba que en 2018 un alto porcentaje de las fintech en Uruguay fueron creadas o cocreadas por mujeres.
Y aunque algunas empresas cerraron, Uruguay aparece como referente. A tal punto que en Montevideo nació la Red Iberoamericana de Mujeres en Fintech, presentada en Madrid el 5 de febrero.
El Empresario consultó a seis mujeres que crearon o cocrearon una fintech sobre su visión del papel femenino en el sector además de cómo fue su ruta emprendedora, qué aprendieron de sus aciertos y, sobre todo, de sus fracasos.
XIMENA ALEMÁN
Prometeo
«En fintech no conozco muchas mujeres que vengan del sector tecnológico», resumió la cofundadora de la plataforma de open banking. Por ello, la emprendedora -que viene del ámbito de la comunicación- asegura que su gran acierto fue la elección del equipo de socios. «Siempre sentí que tuve un lugar de paridad y confianza, que puede ser difícil de lograr en fintech, un sector muy masculino porque reúne a la industria tecnológica con la financiera». Otro acierto fue apuntar a «un sector en constante crecimiento». «Primero, con una billetera electrónica, luego con Ábaco (educación financiera) hasta que llegó Prometeo, plataforma con presencia en México, Colombia, Panamá, Perú y Uruguay». De hecho, apostar al mercado de América Latina fue el punto de inflexión en la empresa. «Fue clave para crecer, aprendimos que a veces cuando te dicen que no, no es que el producto esté mal sino que no estás en el mercado adecuado», reconoció. Entre los errores destacó «perseverar», que «puede ser bueno» pero «puede llevar a insistir en cosas que no funcionan». Además, aconsejó separar el proyecto de la persona: «Si te enamorás de la idea y si recibís un feedback negativo es difícil despersonalizarlo».
MÓNICA MESORIO
MiCheque
En 2014 se recibió de contadora y desde entonces hasta 2016 sus experiencias fueron en estudios contables (es socia de uno). Además, hizo un posgrado en Impuestos. En 2016, su hermano trajo la idea del proyecto del exterior y le sedujo la idea de emprender. Por unos meses siguió con ambos trabajos hasta que en septiembre de 2016 se dedicó 100% a MiFinanzas. «Al inicio me costó un poco entender el cambio tecnológico. Para mí un proceso se hacía de una sola manera, pero en esto todo es muy dinámico, hay que estar abierto a recibir los cambios para mejorar y no quedar abrumados. Además, una fintech es todo cambio y yo soy muy de estudiar todo antes de hacer, pero en fintech hay que dar un paso, ver qué pasa y acomodar el modelo», reflexionó. Asegura que en ese camino de entender la realidad fue muy importante «la compatibilidad con los socios». «Acá todos nos escuchamos, nos complementamos muy bien con las personalidades que tenemos, no hay diferencias por género», asegura. También rescata de emprender el estar en contacto con clientes, porque le permitió ver de primera mano situaciones de empresas, conocer a los clientes «como son».
CONSTANZA BOIX
NudaProp
Es ingeniera química con mucha experiencia en logística y está al frente de la plataforma de inversión en propiedades NudaProp, una de sus tantas ideas de una lista de emprendimientos. Su acercamiento a la tecnología empezó con el diseño de un software de gestión de compras en la curtiembre donde trabajaba. De NudaProp, además de emprender y aprender sobre inversiones, le atrajo el impacto social del proyecto en personas mayores. De hecho, reveló que ser mujer fue «una ventaja» porque «se nos asocia con el cuidado de las personas y es un buen comienzo para construir la confianza». Boix dijo que entre sus aciertos estuvo «tender la mayor cantidad de redes posibles». «Fue fortalecedor. Hay que hacer networking, compartir con emprendedores. Antes había menos lugares para hacer sinergia entre mujeres, ahora cada vez hay más», indicó. Entre las dificultades que encontró, destacó el armado del equipo. «Al principio quería que fuera 100% familiar, quise sumar a mis hermanos. Me acompañaron en el inicio y luego se sumó mi actual socia, Valeria Delfino, con la que hicimos un muy buen equipo. También contamos con otros profesionales para dar un servicio integral».
TATIANA POMAR
HiSofi
Su perfil es de desarrollo de mercados financieros en grandes corporaciones de Brasil y EE.UU., pero cuando a sus 48 años su vida personal la trajo a Uruguay en 2017, decidió emprender, porque encontró un «buen entorno» para desarrollar una plataforma digital para deudores de créditos, proyecto que había presentado en su MBA en 2011. «Era el escenario ideal para poner en práctica un proyecto soñado: transformar la recuperación de créditos vencidos en una solución digital para ayudar a deudores a conectarse con acreedores. Busqué el equipo, la financiación y en 2019 comenzó a funcionar», recordó. Asegura que apostó por emprender porque es un «desafío diario» y que en el sector corporativo estaba en una «zona de confort» y había «llegado al techo». «Mi mejor decisión fue dejar la empresa. Acá vivo para aprender a superarme todos los días, es difícil pero tiene recompensa: lograr objetivos». En el camino se topó con dos dificultades, entrar al mundo «cerrado» de la cobranza, algo que para «una persona outsider como yo fue difícil» y conquistar el primer cliente. «Primero, por ser mujer y segundo, de Brasil. Es casi una lucha diaria probar que el proyecto está bien», finalizó.
CLAUDIA FERNÁNDEZ
Manentia
A diferencia de las demás entrevistadas, Fernández tiene una larga trayectoria en el ámbito tecnológico con foco en banca. Trabajó en el Banco Comercial en el área de banca digital, luego en la empresa de software bancario De Larrobla como programadora, hasta que en 2003, junto a otros profesionales vinculados a este sector, emprendieron en una fábrica de software para banca digital: Manentia. Su primer producto de seguridad bancaria llegó en 2003 como respuesta a que la «evolución tecnológica en la banca tradicional «estaba estancada». Luego, su empresa fue adquirida por la argentina Technisys donde hoy se sigue desarrollando el producto. Fernández reconoce que su mayor acierto fue «hacer foco en el talento». «Los socios son brillantes, con hambre de conocimiento y desde el inicio apostamos a una muy buena gestión para retenerlos». También reconoce que en el debe quedó poner más esfuerzo y foco en el negocio. «Es muy típico en el emprendedor uruguayo que se cuide más el producto que el negocio. Podría haber crecido más rápido», argumentó. Finalmente, alertó que faltan referentes femeninos en el sector y recordó que en su empresa «querían más mujeres pero nunca pudimos pasar más de 30% porque no se presentaban».
SABRINA GANCMAN
Inversionate
Trabajaba como contadora en una empresa administradora de crédito tradicional en Maldonado cuando en 2015 decidió emprender para dedicarle más tiempo a su hija de dos años. En un ciclo de talleres del CIE (ORT) conoció a quienes luego serían sus socios. Buscaban emprender en préstamos P2P y vio la oportunidad de hacer algo que «le divertía», pero le parecía difícil «porque no sabía de tecnología». Inversionate operó en 2017 y a fines de 2018, por la regulación del BCU, cerró. En ese corto camino tuvo que aprender a «traducir» lo que ocurría en la parte tradicional del sector de préstamos a un lenguaje tecnológico para que los desarrolladores «hicieran su parte». Según reflexionó, de las decisiones que tomó no volvería a «dejar el trabajo anterior y confiar que en un año podría vivir de lo que estaba emprendiendo», además de no empezar dos emprendimientos a la vez (también posee Finanzas 365, plataforma de reportes de gestión para empresas). Asegura que se aprende mucho de emprender, por ejemplo, a preguntar y revela que le ayudó a perder el miedo, a decir «no sé, lo investigo». Además, aconsejó «tener un equipo de personas con los conocimientos que vos no tenés».