La oleada de la tecnología generó hasta una propuesta de bancos para los jóvenes: los neobancos. Estas entidades financieras totalmente digitales buscan, además de atraer en especial a millennials y centenials, lograr la inclusión financiera de quienes están en las regiones más apartadas.
En el caso de Colombia, estas entidades bancarias llegaron en 2020. Ya lo hizo la familia Gilinski, que fue la primera en obtener su licencia para su Lulo Bank, el cual se espera que entre en funcionamiento en los próximos meses. En el mismo lapso, la Superfinanciera podría otorgar su segunda licencia a un neobanco para operar en el país.
De otro lado, trascendió que Nubank, uno de los más grandes de Brasil y cuyo fundador es el emprendedor colombiano David Vélez, manifestó a las autoridades colombianas su intención de entrar al país, pero estaría estudiando la viabilidad porque, entre otros elementos, las altas tasas de interés y de usura que cobran las entidades en Brasil no son las mismas que hay en Colombia, donde por ley hay un techo.
Recomendado: Superfinanciera da vía libre al primer neobanco en el país
Sobre este fenómeno, los bancos tradicionales consultados por Forbes han manifestado que no ven estas nuevas expresiones digitales como enemigas, aunque sí guardan cautela porque, sin duda, van por una rebanada de la torta del mercado. En los dos últimos años han empezado a sacar productos digitales desde sus laboratorios de innovación, incluso apartados de sus marcas, para competir entre esa población a la que no le hacía tanto sentido ingresar dinero a los bancos y adaptarse a otras formas de consumo que traen los jóvenes. En el mundo de estos bancos, la estrategia es adquirir emprendimientos con los cuales ganar conocimiento y agilidad, al igual que generar células de trabajo digital en las organizaciones para estudiar data y prototipar productos novedosos.
Por su parte, la Asociación Bancaria y de Instituciones Financieras (Asobancaria) los está esperando con “los brazos abiertos” para que se unan al gremio. “No es el gremio de los bancos tradicionales, es el gremio de todos los bancos, no el de los bancos de capital doméstico; aquí tenemos bancos de capital extranjero y no somos el gremio de los grandes bancos, acá tenemos los de microcrédito y cuando salgan estas nuevas modalidades de bancos, los bancos digitales y muchas otras, esperamos que entren acá”, explica Santiago Castro, presidente de Asobancaria.
La regulación financiera también los ha estado esperando y preparando su camino, regulando por ejemplo las pasarelas de pagos y el sandbox regulatorio de la Superintendencia Financiera, donde tanto neobancos como fintech o bancos tradicionales pueden probar sus desarrollos de manera segura y garantizar que estos funcionan a la perfección, antes de lanzarlos al público.
El director de la Unidad de Regulación Financiera (URF), Felipe Lega, señaló quela institucionalidad del sector se está asegurando de permitir la viabilidad de todo este tipo de proyectos, lo que incluye mantener “un principio de agnosticidad en el marco regulatorio: que no estemos diciendo que una tecnología es mejor que la otra, sino que todas tengan cabida siempre y cuando mantengan unos principios de estabilidad, resiliencia y, obviamente, continuidad operativa, que son los principios mínimos que deben tener, pero que sean viables”.
En ese sentido, el cofundador de Colombia Fintech Edwin Zácipa destacó el proyecto de decreto de la urf para entregar licenciamiento bancario condicionado, lo que “va a llevar a que entren más neobancos al país, más plataformas de crowdfunding. Entonces, con esta nueva regulación se va a propiciar que haya nuevos jugadores”.
Puede interesarle: Bogotá ya es la tercera mayor ‘ciudad fintech’ de América Latina
En Colombia, y en la mayoría de países en el mundo, no hay diferencias regulatorias entre los bancos tradicionales, los neobancos y las fintech. Lega considera que “sería un error comenzar a generar arbitrajes si ya tenemos un enfoque de actividades, y si, independientemente del nombre que se les ponga, dos personas están realizando la misma actividad, deben estar sujetas a las mismas reglas. La pregunta es si hay lugar a revisión de esas reglas de acuerdo con la actividad que estén haciendo y si la revisión es transversal a cualquier persona que la esté realizando”.
Y, en ese sentido, el director de la URF añadió que “en el momento en que haya actividades diferentes o si un banco como lo conocemos hoy en día tiene un despliegue de unas transaccionales, pero al mismo tiempo otorga crédito y a la vez tiene otras actividades, pues todo eso le implicará una mayor carga de supervisión”.
Así que si un neobanco “se dedica a unos temas transaccionales, pues, obviamente, esa proporcionalidad le dará que la supervisión sea coherente con eso” concluyó.
Las empresas de fintech nacieron como alternativa de intermediación de servicios financieros que utilizan las posibilidades de las tecnologías de la información y telecomunicaciones (TIC). Muchas de ellas se han aliado con bancos tradicionales para mejorarles sus ofertas a los clientes, mientras que otros bancos han creado sus propias fintech. Unas más funcionan como pasarelas de pago, facilitando la conexión entre los comercios electrónicos y sus potenciales clientes. La gran mayoría se agremian bajo la sombrilla de Colombia Fintech.
Por su parte, los neobancos son entidades financieras cuya operación está basada únicamente en los medios digitales.
Para Felipe Lega, “un neobanco es básicamente una fintech que entendió que tenía que engranarse con el sistema financiero y decidió que había unas sinergias y unas ventajas que podía tener al aspirar a una licencia financiera, que en este caso sería la de banco, y a partir de ahí desarrollar su actividad”.
El director de la URF también destacó que, para fortuna del ecosistema financiero en Colombia, “esa conversación de antagonismo entre las fintech y los jugadores tradicionales la superamos hace rato”.
También lea: Auge de constitución en el país de empresas ‘fintech’
Además, en un país con una inclusión financiera de apenas 55,6 % en el área rural dispersa y de 66,7 % en la zona rural, las fintech se han convertido en aliadas de los bancos tradicionales para abarcar mayor territorio con instrumentos que incluyen servicios financieros que no necesitan de internet y funcionan en los llamados ‘celulares flecha’.
La esperanza es que, igual que con las Sedpes, los corresponsales bancarios y las fintech, los neobancos lleguen a esas zonas que, por falta de infraestructura o determinadas condiciones geográficas, son de difífícil acceso.
El programa InnovaSFC, de la Superfinanciera, desde el 2019 ha atendido en sus oficinas 150 entidades innovadoras, de fintech en su mayoría (76 %). Las entidades que más acudieron a este espacio componen el segmento de pagos electrónicos (21 %), préstamos digitales (18 %) y otros desarrollos tecnológicos (16 %).
La oleada de la tecnología generó hasta una propuesta de bancos para los jóvenes: los neobancos. Estas entidades financieras totalmente digitales buscan, además de atraer en especial a millennials y centenials, lograr la inclusión financiera de quienes están en las regiones más apartadas.
En el caso de Colombia, estas entidades bancarias llegaron en 2020. Ya lo hizo la familia Gilinski, que fue la primera en obtener su licencia para su Lulo Bank, el cual se espera que entre en funcionamiento en los próximos meses. En el mismo lapso, la Superfinanciera podría otorgar su segunda licencia a un neobanco para operar en el país.
De otro lado, trascendió que Nubank, uno de los más grandes de Brasil y cuyo fundador es el emprendedor colombiano David Vélez, manifestó a las autoridades colombianas su intención de entrar al país, pero estaría estudiando la viabilidad porque, entre otros elementos, las altas tasas de interés y de usura que cobran las entidades en Brasil no son las mismas que hay en Colombia, donde por ley hay un techo.
Recomendado: Superfinanciera da vía libre al primer neobanco en el país
Sobre este fenómeno, los bancos tradicionales consultados por Forbes han manifestado que no ven estas nuevas expresiones digitales como enemigas, aunque sí guardan cautela porque, sin duda, van por una rebanada de la torta del mercado. En los dos últimos años han empezado a sacar productos digitales desde sus laboratorios de innovación, incluso apartados de sus marcas, para competir entre esa población a la que no le hacía tanto sentido ingresar dinero a los bancos y adaptarse a otras formas de consumo que traen los jóvenes. En el mundo de estos bancos, la estrategia es adquirir emprendimientos con los cuales ganar conocimiento y agilidad, al igual que generar células de trabajo digital en las organizaciones para estudiar data y prototipar productos novedosos.
Por su parte, la Asociación Bancaria y de Instituciones Financieras (Asobancaria) los está esperando con “los brazos abiertos” para que se unan al gremio. “No es el gremio de los bancos tradicionales, es el gremio de todos los bancos, no el de los bancos de capital doméstico; aquí tenemos bancos de capital extranjero y no somos el gremio de los grandes bancos, acá tenemos los de microcrédito y cuando salgan estas nuevas modalidades de bancos, los bancos digitales y muchas otras, esperamos que entren acá”, explica Santiago Castro, presidente de Asobancaria.
La regulación financiera también los ha estado esperando y preparando su camino, regulando por ejemplo las pasarelas de pagos y el sandbox regulatorio de la Superintendencia Financiera, donde tanto neobancos como fintech o bancos tradicionales pueden probar sus desarrollos de manera segura y garantizar que estos funcionan a la perfección, antes de lanzarlos al público.
El director de la Unidad de Regulación Financiera (URF), Felipe Lega, señaló quela institucionalidad del sector se está asegurando de permitir la viabilidad de todo este tipo de proyectos, lo que incluye mantener “un principio de agnosticidad en el marco regulatorio: que no estemos diciendo que una tecnología es mejor que la otra, sino que todas tengan cabida siempre y cuando mantengan unos principios de estabilidad, resiliencia y, obviamente, continuidad operativa, que son los principios mínimos que deben tener, pero que sean viables”.
En ese sentido, el cofundador de Colombia Fintech Edwin Zácipa destacó el proyecto de decreto de la urf para entregar licenciamiento bancario condicionado, lo que “va a llevar a que entren más neobancos al país, más plataformas de crowdfunding. Entonces, con esta nueva regulación se va a propiciar que haya nuevos jugadores”.
Puede interesarle: Bogotá ya es la tercera mayor ‘ciudad fintech’ de América Latina
En Colombia, y en la mayoría de países en el mundo, no hay diferencias regulatorias entre los bancos tradicionales, los neobancos y las fintech. Lega considera que “sería un error comenzar a generar arbitrajes si ya tenemos un enfoque de actividades, y si, independientemente del nombre que se les ponga, dos personas están realizando la misma actividad, deben estar sujetas a las mismas reglas. La pregunta es si hay lugar a revisión de esas reglas de acuerdo con la actividad que estén haciendo y si la revisión es transversal a cualquier persona que la esté realizando”.
Y, en ese sentido, el director de la URF añadió que “en el momento en que haya actividades diferentes o si un banco como lo conocemos hoy en día tiene un despliegue de unas transaccionales, pero al mismo tiempo otorga crédito y a la vez tiene otras actividades, pues todo eso le implicará una mayor carga de supervisión”.
Así que si un neobanco “se dedica a unos temas transaccionales, pues, obviamente, esa proporcionalidad le dará que la supervisión sea coherente con eso” concluyó.
Las empresas de fintech nacieron como alternativa de intermediación de servicios financieros que utilizan las posibilidades de las tecnologías de la información y telecomunicaciones (TIC). Muchas de ellas se han aliado con bancos tradicionales para mejorarles sus ofertas a los clientes, mientras que otros bancos han creado sus propias fintech. Unas más funcionan como pasarelas de pago, facilitando la conexión entre los comercios electrónicos y sus potenciales clientes. La gran mayoría se agremian bajo la sombrilla de Colombia Fintech.
Por su parte, los neobancos son entidades financieras cuya operación está basada únicamente en los medios digitales.
Para Felipe Lega, “un neobanco es básicamente una fintech que entendió que tenía que engranarse con el sistema financiero y decidió que había unas sinergias y unas ventajas que podía tener al aspirar a una licencia financiera, que en este caso sería la de banco, y a partir de ahí desarrollar su actividad”.
El director de la URF también destacó que, para fortuna del ecosistema financiero en Colombia, “esa conversación de antagonismo entre las fintech y los jugadores tradicionales la superamos hace rato”.
También lea: Auge de constitución en el país de empresas ‘fintech’
Además, en un país con una inclusión financiera de apenas 55,6 % en el área rural dispersa y de 66,7 % en la zona rural, las fintech se han convertido en aliadas de los bancos tradicionales para abarcar mayor territorio con instrumentos que incluyen servicios financieros que no necesitan de internet y funcionan en los llamados ‘celulares flecha’.
La esperanza es que, igual que con las Sedpes, los corresponsales bancarios y las fintech, los neobancos lleguen a esas zonas que, por falta de infraestructura o determinadas condiciones geográficas, son de difífícil acceso.
El programa InnovaSFC, de la Superfinanciera, desde el 2019 ha atendido en sus oficinas 150 entidades innovadoras, de fintech en su mayoría (76 %). Las entidades que más acudieron a este espacio componen el segmento de pagos electrónicos (21 %), préstamos digitales (18 %) y otros desarrollos tecnológicos (16 %).